La digitalización ha traído y trae muchas cosas buenas a las empresas. Es posible conectarse prácticamente desde cualquier lugar o momento, trabajar de forma colaborativa y en la nube etc. Sin embargo, el uso intensivo que hacemos del móvil y ese “estar siempre mirando la pantalla” también se ha relacionado con accidentes de tráfico o caídas por la calle, pero sobre todo con el desgaste que produce la hiperconectividad.
Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT) un 36% de la población mundial se conecta continuamente al teléfono móvil o al correo electrónico, pero esa disponibilidad las 24 horas 7 días a la semana puede acabar perjudicando la salud mental de las personas.
Otras fórmulas novedosas de trabajo, como el teletrabajo, trabajar desde casa, también han mostrado tener su particular lado oscuro. Los beneficios son variados: ahorrar tiempo en desplazamientos, flexibilidad horaria, menor riesgo de accidentes… pero, por otro lado, se pierden las líneas que separan la vida personal de la vida laboral.
Estos nuevos riesgos suponen un reto muy importante para las empresas, que deben tenerlos en cuenta junto con los riesgos laborales más tradicionales. Y es que de acuerdo con Organización Internacional del Trabajo (OIT) los días de trabajo perdidos por algún motivo relacionado con la salud y la seguridad suponen aproximadamente el 4% del PIB del mundo.
La hiperconectividad constituye quizá el símbolo más nítido de la globalización. Si no es tratada con cuidado, este estar pemanentemente accesibles podría ser un problema. Es bien sabido que llegados a un punto óptimo, los rendimientos de cualquier persona tenderán a ser decrecientes en la medida en que se encuentre saturada.
Según la OIT el exceso de trabajo, que afecta a un 36% de la población, o tener la mente conectada de forma constante al teléfono móvil o al correo electrónico puede afectar del mismo modo a la salud mental con graves consecuencias psicosociales relacionadas con el estrés y el trabajo en solitario. No saber desconectar del trabajo, revisar constantemente el correo, las redes sociales o la mensajería instantánea somete a los trabajadores a una presión innecesaria. Un cúmulo de presiones y de carga laboral que puede derivar en problemas graves como ansiedad, depresión e insomnio.
Tecnoestrés
El término tecnoestrés se refiere precisamente al estrés específico derivado de la introducción y el uso de nuevas tecnologías en el trabajo. Se encuentra directamente relacionado con los efectos psicológicos negativos del uso de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) y se entiende como una enfermedad. El síndrome de fatiga informativa, el tecnoestrés y otros trastornos surgen como respuesta a la sobreexposición tecnológica que, aunque existe desde hace años, se ha agravado notablemente en los últimos años. La tensión que provoca tener que estar al día en todos estos canales, sentir la necesidad de responder y actualizar de forma constante los dispositivos móviles o tablets y las consecuencias de estarlo hace que aparezcan estas nuevas patologías.
Más allá del constante uso de las nuevas tecnologías durante la jornada laboral, la hiperconectividad en el trabajo no sólo dependerá de la persona, sino más bien de las exigencias impuestas sobre ella. Mientras existen empresas en las que se espera que el empleado esté conectado las 24 horas del día, hay otras en donde la utilización de estas herramientas tecnológicas fuera del horario laboral son restringidas o incluso sancionadas.
El agobio y el estrés de responder a cuestiones laborales a través de nuestro smartphone y la imposibilidad de descanso es un potencial riesgo laboral que hay que remediar. Según un estudio de Randstad, el 41% de los españoles dicen sentirse presionados a responder e-mails o mensajes laborales durante sus vacaciones. Concienciar a los trabajadores/as de los riesgos psicológicos de estar siempre conectados al trabajo es primordial. La propia organización y, en particular, la Dirección o el área de recursos humanos han de velar y preocuparse porque se respete el tiempo libre o de descanso, y evitar, por ejemplo, enviar correos el fin de semana, en vacaciones o fuera de la jornada laboral a menos que sea absolutamente necesario, así como establecer sistemas de comunicación que no dependan exclusivamente de Internet.
IMQ TOP SALUD. Mayo 2019